- "Mira Patri, te aconsejo que hagas un viaje a La India. Pero que sepas que existen dos posibilidades: que acabes odiando el país o te acabes enamorando de él".
Un par de años después fue entonces cuando visité LA INDIA. Y sí, en mayúsculas, porque todos aquellos que hayáis estado allá sabéis de lo que hablo. Os podría explicar muchas cosas, incluso a aquellos que alguna cosa os he explicado, jamás podréis saber al 100% lo que se siente si no estáis allá.
Cien mil colores se mezclan en sus calles, saris que tapan unas caras de guapas mujeres de ojos oscuros y miradas que atraviesan. Caos por las calles, nubes de polvo que levantan los centenares de tuc-tucs, rikshaws y bicicletas que se han de intentar esquivar para que no atropeyen a una. Los olores de millones de especias llegan a tu olfato a través de una muchedumbre que se siente intrigada por saber que hace un turista de piel blanca y con un piercing en el labio merodeando por sus calles.
Durante los 4 primeros días odié aquel país. Nunca había llorado tanto. Mi cabeza no podia entender el porqué de tantas injusticias, el porqué de una sociedad que manipulaba por el sentido de la fé. A los pocos días la cosa fue mejorando. Y ahora lo puedo decir: me enamoré de aquel país.
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